domingo, 10 de marzo de 2013

La mujer en la historia organizativa dirigencial mapuche del siglo XX


 
de Patricio Torres, el Sábado, 9 de marzo de 2013 a la(s) 18:41 ·

Aun cuando el liderazgo de las mujeres mapuche es reconocido y ha sido importante en la articulación de nuevos espacios, como el mantenimiento y socialización de la cultura y la lengua propias, el importante papel específico que las mujeres cumplen en la producción de conocimiento y reproducción cultural mapuche, en la práctica, aún no ha sido plenamente desarrollado, valorado e integrado al interior de pueblo mapuche...

La participación de la mujer mapuche en las luchas de su pueblo no es un fenómeno reciente. La historiografía oficial ha consignado la participación de Fresia, Guacolda y Tegualda como combatientes en el tiempo de la conquista español, “al lado de los grandes caudillos, sus complementos femeninos” (Cáceres, 2008: Págs. 4-5). También el caso de Anuqueupú, quien como inan toki, segundo general al mando (1585-86), tras la muerte del Toki Guepotaen de Llifén, territorio al sureste de Villarrica, “resolvió tomar el relevo de la lucha en defensa de su territorio (…), procediendo a aliarse con las fuerzas militares que comandaba su hermano Quechuntureo”, señalándose, además, que ella “aprendió las artes militares, como lo era para todos y todas las jóvenes Mapuche de la época” (Cáceres, 2008: Pág. 5).

La presencia femenina mapuche en lucha por los derechos de su pueblo, señalan los autores, representa un movimiento constante en la historia de esta sociedad. En un análisis de este fenómeno durante el siglo XX la Charlotte Mattus señala que, si bien, “fueron excluidas de las acciones políticas y públicas, representaron un eje primordial en la resistencia cultural”, al ser “depositarias del espacio mágico-religioso (machis) y reproductoras del orden biológico y cotidiano de su pueblo” (Mattus, 2009: pág. 13).

La primera mujer que es destacada en el ámbito público es Herminia Aburto Colihueque, quien, como miembro del directorio de la Federación Araucana, organización caracterizada por su gran tradicionalismo cultural, en 1933 se presentó a las elecciones municipales. A pesar de no resultar electa, su participación resulta simbólicamente muy relevante, ya que recién en 1931 se había logrado obtener el derecho al voto municipal y su representación para las mujeres (Mattus, 2009: pág. 14).

También en la década de los 30´ aparecieron las primeras organizaciones mapuche de mujeres. La Sociedad femenina Araucana Fresia, la Sociedad Femenina Tegualda de Chol Chol y la Alianza Femenina de Quecherehue, que participaron en el Congreso Nacional Araucano de 1939. Cuestión que se asocia al fortalecimiento de los movimientos de mujeres en Chile, no obstante, según Charlotte Mattus (2009) esto, más bien, permite visualizar la permanente presencia de las mujeres en la lucha mapuche, reclamando un espacio político en una coyuntura histórica y cultural de occidente [1] (págs. 14-15).

Al respecto la autora considera que existe, más bien, una “invisibilidad analítica” de las mujeres Mapuche, se refiere en particular a “los documentos que hacen referencia a los derechos de las mujeres en Chile” (Mattus, 2009: pág. 7). Teniendo en vista que, para la autora, por otra parte, la visibilidad analítica consistiría en considerar la diferenciación de género con base en la etnicidad, para así problematizar la singularidad de las mujeres mapuche en tanto ausentes del debate público, coincidimos en que, en muchos casos, los análisis simplemente no han dado cuenta de la lógica interna de la sociedad mapuche, cuestión a la que ya nos referíamos en ensayos anteriores.

El caso de Bartola Gineo [2], dirigente mapuche del sector Maquehue que en los años 50´ que confronto a jueces y latifundistas ante el abuso de la usurpación de tierras, constituye un ejemplo de lo mencionado en el párrafo anterior. Este personaje femenino, destacado por Foerster y Montecinos (1988) en un texto sobre “organizaciones y líderes mapuche”, representa el caso de muchas mujeres mapuche anónimas que “lidiaron activa y vigorosamente frente a los atropellos e injusticias vividas por las reducciones” (Mattus, 2009: pág. 21).

Los procesos de participación de la mujer en el marco de las organizaciones sociales mapuche, presenta matices a lo largo del siglo XX, “en los años 70 en el surgimiento de las demandas de tierra, culturales y políticas en el movimiento indígena, las mujeres tenían el papel de ´acompañamiento social´ y estaban excluidas de la toma de decisión y de la participación activa” (Callamard en Mattus, 2009: pág. 6).

En la década de los 80´s, durante la dictadura militar, aparecen nuevas organizaciones de mujeres en las comunidades con el objetivo principal de “recuperar la medicina tradicional o desarrollar el trabajo de la textilería artesanal” (Mattus, 2009: pág. 21). Actualmente, se constata la existencia organizaciones de mujeres mapuche, en la Región de la Araucanía, por ejemplo, las organizaciones Weichafe Domo y Newen Domo, está última constituida por seis organizaciones de base, mientras que en la Región del Bío Bío la organización Rayen Voygue [3].

Las mujeres mapuche entrevistadas por Mattus (2009) se refieren a la situación de desigualdad en que se encuentran respecto de la población en general, “la escasa cobertura de las postas de salud, la falta de información sobre los servicios de salud existente en zonas rurales. Los planes de educación sexual, de planificación familiar (interculturales) y de violencia intrafamiliar no son suficientes” (pág. 12). La autora, además, coincide con lo señalado por Melillan Collinao, “la situación de discriminación en que las mujeres mapuche se encuentran, en casi todos los aspectos de sus vidas, pero sobre todo en materia económico-social [4], están triplemente discriminadas como mujer, como indígena y como pobre[5]” (pág. 8).

La criminalización del movimiento se ha intensificado en los últimos años, lo que, según Patricia Richards (2005), obligaría a las mujeres mapuche a transformar sus esfuerzos en el sentido de teorizar su subjetividad, “estos conflictos y el carácter complejo de los derechos mapuche son de central importancia en los esfuerzos de las mujeres mapuche por teorizar su subjetividad” (Richard. 2005: págs. 199-200), de este modo, un aspecto central de la lucha de las mujeres mapuche guarda relación con la forma en que la sociedad mapuche entiende su papel en las reivindicaciones como pueblo originario. Sin embargo, esta tarea aún cuenta con pocos avances, debido a que “la negociación entre su doble pertenencia, su manera de vivir sus derechos como mujer mapuche, y no solamente como mapuche, sería más difícil porque se siente primero solidarizada con la lucha de su pueblo en general” (Mattus, 2009: pág. 32).

Así, aun cuando el liderazgo de las mujeres mapuche es reconocido y ha sido importante en la articulación de nuevos espacios, como el mantenimiento y socialización de la cultura y la lengua propias, estas “se encuentran hoy día, si quieren hablar de género, en un doble conflicto: contra el estado y contra su comunidad”, lo que “es muy difícil de hacer en un contexto de violación de los derechos de su pueblo” (Mattus, 2009: pág. 32). Si bien en los países latinoamericanos, las mujeres indígenas han ganado en reconocimiento de sus derechos, el importante papel específico que las mujeres mapuche cumplen en la producción de conocimiento y reproducción cultural [6] (Ana Millaleo, 2011: págs. 3 y 4), en la práctica aún no ha sido plenamente desarrollado, valorado e integrado al interior de pueblo mapuche.

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Por Ronny Alejandro Leiva Salamanca. Psicólogo, diplomado en Género y Derechos Humanos y Derechos de los Pueblos Indígenas, egresado de la maestría de Sociología de las Organizaciones en la UNMSM. Integrante del Grupo de Trabajo Mapuche por los Derechos Colectivos (GTDC Mapuche) y del Colectivo Editorial de Mapuexpress. Mail: raginelwe@gmail.com

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